Camp de Mar

1991

Proyecto de una vivienda unifamiliar en Camp de Mar en Mallorca y posterior reforma en 2016.

La arquitectura como escenario viviente

 

Entrevista con Antonio Fiol Reynés, un arquitecto especial para gente especial

 

El arquitecto Antonio Fiol Reynés es una personalidad emocional y muy especial.

Nacido en Mallorca, estudió la carrera de arquitectura en Suiza, graduándose con mención honorífica. Su meteórica carrera se forjó especialmente en Ginebra, donde ganó varios concursos. Ha trabajado y vivido en diferentes países árabes. Después de haber vivido durante cuarenta años en el extranjero, ahora, si bien manteniendo su despacho en Suiza, quiere volver a concentrarse en Mallorca. Este hombre de gesto temperamental y vivarachos ojos marrones es un visionario y un artista de múltiples talentos. No sólo crea proyectos arquitectónicos ultramodernos, sino que también pinta, hace esculturas y diseña joyas. Su chalet en Camp de Mar se cuenta entre las residencias privadas más vanguardistas de la isla- y ahora está en venta.

 

¿Cuál es su filosofía?

Para mi, la buena arquitectura ha de ser dinámica y estar viva. Debe provocar emociones, acelerar el pulso, especialmente de aquel que posee las llaves de la cerradura. Para lograr esto, me dedico a estudiar intensamente y con sensibilidad tanto los deseos del cliente como el entorno. Desarrollo una filosofía. Detesto los edificios fruto de la especulación, no tienen nada interesante, no tienen fuerza ni chispa. Para mí, todas las casas deberían ser catedrales.

 

¿Tiene ídolos en la arquitectura?

Claro que si. Admiro al gran Le Corbusier. Para mí es el padre de la modernidad. Otros modelos serían por ejemplo Peter Behrens, Walter Gropius, Mies van der Rohe, para sólo nombrar algunos arquitectos geniales. Pero también están los grandes maestros de la moda, como Coco Chanel o Armani. Todos ellos nos han dejado un maravilloso legado. O también Aldo Rossi, que fue profesor mío. Además, me encanta Italia. Para mí es el país de la fuerza de la arquitectura por excelencia. Y también la pequeña suiza, con sus singulares edificios de grandes arquitectos.

 

Su chalet en Camp de Mar se halla ahora a la venta. ¿Qué tiene de especial ese edificio?

Es como un moderno teatro. El acceso no es una entrada normal, sino como un portal teatral. Por una escalinata se asciende a una gran entrada acristalada. La idea es que uno entra en su propio palazzo y visita su propio teatro o su propia ópera personal. Es como un sueño, que es como ha de ser para mí la arquitectura. Antes de comprar el solar, pasé horas y horas sentado bajo un pino meditando, mirando el mar. De esta meditación nació el proyecto. En el interior -sobre el escenario- no hay paredes, sólo transparencia por medio de fachadas de cristal. Precisamente por eso el proyecto se llama “vivir bajo la luz del Mediterráneo”.